Un estudio internacional reconoce el liderazgo del .cat en la lucha por una Internet más segura i plural

El experto franco-marroquí Daniel Pimienta certifica que el ejemplo catalán es el mejor antídoto frente a la amenaza de una Internet menos diversa, sobre todo en términos lingüísticos
Una nueva ronda de dominios se vislumbra en el horizonte en 2026. Nuevas terminaciones inundarán las barras de navegación de los dispositivos en solo unos meses. Ahora mismo, una gran diversidad de actores de todo el mundo digital estudia la viabilidad de disponer de dominios específicos para servir un entramado de intereses y objetivos en una Internet cada vez más inabarcable. Pero entre todos los tipos de dominios, los lingüísticos de primer nivel —los conocidos como gTLDs lingüísticos y culturales— adquieren una relevancia mayor que nunca en la historia de la red.
Así lo apunta el estudio “Identifying World Languages Best Suited for Linguistic gTLDs”, un informe encargado por el dominio .cat y elaborado por Daniel Pimienta, fundador del Observatorio de la Diversidad Lingüística y Cultural en Internet. En una entrevista con Accent Obert , Pimienta anticipaba un cambio de paradigma profundo “gracias a la Inteligencia Artificial, y después de resolver la conectividad con los países industrializados, el tema lingüístico está escalando en las prioridades”. Una perspectiva que contradice un sentido común generalizado, que asume la existencia de una Internet monolingüe en inglés: “La lengua franca en Internet ya hace tiempo que no es el inglés, si no que reina el multilingüismo, con el soporte de los instrumentos lingüísticos -cada día más poderosos- de la Inteligencia Artificial”.
Sin embargo, el propio Pimienta alerta que no todas las lenguas afrontan este cambio en igualdad de condiciones. Y en este contexto, un dominio propio, los gTLDs lingüísticos, pueden ser una herramienta óptima para que las diferentes culturas protejan y proyecten su posicionamiento en la red. Un paso que la comunidad catalanohablante dio hace 20 años y que abrió la puerta a otras culturas de todo el mundo.
El dominio .cat, un precedente que sigue siendo útil veinte años después
La creación del dominio .cat en 2005 fue un hito en la historia de Internet: por primera vez, una comunidad lingüística conseguía disponer de un dominio de primer nivel reconocido por la ICANN. No se trataba de un territorio, de una marca o de un sector económico, sino de una comunidad cultural cohesionada a través de la lengua, autoconsciente y muy activa en el mundo digital. Veinte años después, está consolidado como infraestructura digital esencial para la lengua catalana —con 113.000 dominios registrados entre personas, empresas y entidades—. Pero también mantiene el liderazgo como dominio lingüístico de referencia para otras culturas del mundo que quizá están a punto de reclamar su reconocimiento en la esfera digital.
No es un liderazgo simbólico. Es un liderazgo literalmente ejemplar. Daniel Pimienta lo sostiene con criterios estrictamente técnicos y establece un patrón a partir de la experiencia del .cat para poder aspirar a un dominio propio. Lo resume en tres condiciones básicas: “En primer lugar, debe existir en el mundo digital. Inmediatamente después, debe disponer de una masa crítica de hablantes. (…) Y por último, debe contar con una masa crítica de contenidos”. Tres criterios que parecen sencillos de cumplir pero que, en la realidad lingüística de Internet en el siglo XXI, no son ni fáciles ni igualmente alcanzables para todas las culturas del mundo.
Internet, una infraestructura -también- lingüísticamente desequilibrada y desigual
Según recoge el estudio de Pimienta, hoy hay documentadas 7.615 lenguas vivas en el mundo. De estas:
• Solo 447 tienen más de un millón de hablantes nativos (L1)
• Más del 94% de las lenguas están por debajo de este umbral
• Y el 81% no llegan a los 100.000 hablantes
Esta realidad se traslada a Internet e incluso se agrava: pese a los avances, la presencia digital real de la mayoría de las lenguas es mínima o inexistente. Solo unas 750, un 10% del total, tienen una codificación digital básica —según Unicode—, y aún menos disponen de un ecosistema funcional con interfaces, buscadores, traductores o servicios disponibles en su idioma.
En este contexto, la lengua catalana —sin ser lengua estatal pero hablada en cuatro estados, con la complejidad que eso comporta— es hoy casi una excepción. Gracias al .cat y a un tejido social activo, es una de las lenguas con una presencia digital más significativa, y una de las pocas que ha desarrollado un dominio de primer nivel específico con gobernanza propia y criterios de servicio pensados para su comunidad.
Del esperanto al romaní, los dominios culturales del futuro
¿Qué lenguas, entonces, están mejor posicionadas para replicar el modelo del .cat? El informe analiza la viabilidad de nuevos dominios lingüísticos. La selección se basa en los criterios de un modelo robusto propio del Observatorio que ha sido testado en múltiples ocasiones:
• Volumen de hablantes (prioritariamente >1.000.000 L1)
• Porcentaje de hablantes con conexión a Internet
• Indicadores de presencia virtual (Google Translate, Wikipedia, webs propias…)
• Existencia de una entidad representativa capaz de liderar el proyecto
• Ausencia de conflicto con ccTLDs existentes (casos en que un idioma se habla mayoritariamente en el dominio de un único estado)
A partir de estos criterios, Pimienta y su equipo identifican 75 lenguas candidatas, clasificadas según su nivel de potencial:
Potencial: MUY ALTO
Nº de lenguas: 5
Ejemplos destacados: Esperanto, Crioll Francès, Furlà, Romaní, Tamazic
Potencial: ALTO
Nº de lenguas: 20
Ejemplos destacados: Aimara, Hakka, Sami, Sard, Papiament, Tagal, Kurd
Potencial: MEDIO
Nº de lenguas: 24
Ejemplos destacados: Occità, Quítxua, Maputxe, Ioruba, Guaraní, Asturià
Potencial: BAJO
Nº de lenguas: 26
Ejemplos destacados: Ladí, Hassaniya, Wòlof, Flamenc occidental, Àlgic, Oceànic
Podría llamar la atención la posición del esperanto, una lengua planificada: “El esperanto es la lengua artificial con mayor número de hablantes en el mundo, entre cien mil y dos millones, dependiendo de la fuente. No está arraigada en ningún país, la virtualidad es parte de su naturaleza, y está muy organizada a nivel institucional. Un dominio para una lengua con estas características sería lo más natural y permitiría una centralización práctica y eficiente de sus contenidos”, explicaba Pimienta a Accent Obert. Pero, en paralelo, otras lenguas salían peor paradas del análisis: “En el otro extremo tenemos lenguas como el guaraní, que parecía una candidata de primer nivel. Pero la realidad es que el 95% de los hablantes están en Paraguay”.
Este es un ejercicio sin precedentes en el ámbito digital que ayuda a visualizar en la escala correcta la situación del catalán en el mundo digital, sin alarmismos ni falsos entusiasmos. Un estudio que reconoce el papel histórico del dominio .cat pero que, al mismo tiempo, proyecta escenarios posibles de futuro ante la rápida evolución del mundo digital, donde el riesgo de invisibilidad es real y urgente para muchas comunidades culturales.
El .cat, un dominio representativo de la comunidad catalanohablante
Una de las métricas clave que utiliza el estudio es el número de dominios registrados por cada 1.000 hablantes de la lengua. En este índice, el .cat ocupa una posición destacada, sobre todo si tenemos en cuenta que su número de hablantes habituales es muy superior al de otras lenguas que ya disponen de un dominio propio.
Dominio: .bzh
Registros por cada 1.000 hablantes: 96,4
Dominio: .wales
Registros por cada 1.000 hablantes: 46,2
Dominio: .corsica
Registros por cada 1.000 hablantes: 31,7
Dominio: .cymru
Registros por cada 1.000 hablantes: 28,7
Dominio: .cat
Registros por cada 1.000 hablantes: 23,9
Dominio: .eus
Registros por cada 1.000 hablantes: 22,1
Dominio: .gal
Registros por cada 1.000 hablantes: 3,2
Este dato no solo refleja el éxito cuantitativo del .cat —como lo demuestran sus 113.000 dominios registrados— sino también la fortaleza de un modelo basado en el arraigo comunitario y la estabilidad técnica. A diferencia de otros dominios, a menudo ligados a gobiernos regionales o proyectos reivindicativos puntuales, el .cat ha sabido mantener una gobernanza sólida, independiente y orientada al servicio.
El dominio .cat, de pionero a catalizador
Porque, veinte años después, el dominio .cat no es solo un identificador digital: es una infraestructura crítica para la lengua catalana y un modelo de éxito que hoy sirve de guía para otras comunidades que aspiran a preservar su identidad en el mundo digital. Usar el .cat significa:
• Formar parte de un caso de éxito reconocido internacionalmente
• Apostar por un entorno seguro, robusto y adaptado a las necesidades de los usuarios
• Contribuir a reforzar la soberanía digital colectiva
• Acompañar y fomentar la lengua en todos sus ámbitos de modernización y uso
Y si bien un dominio no es suficiente para fortalecer la lengua —pensarlo “sería de una gran ingenuidad”, alerta Pimienta—, sí es una de las herramientas necesarias para fomentar su uso. O, como repite a menudo Pimienta, un catalizador: “La química nos ha enseñado que la magia de un catalizador está en las dosis precisas de los diferentes elementos que permiten acelerar una reacción. Si el .cat ha de ser el catalizador de la creación de contenidos en catalán, debe encontrar cuáles son los parámetros óptimos para provocar esta reacción”.
Cada nuevo dominio registrado ayuda a consolidar una Internet más plural, más equitativa y respetuosa con la diversidad cultural y lingüística. El estudio confirma que el .cat no es una anomalía, sino un precedente viable, con continuidad, para otras lenguas y culturas del mundo. Su trayectoria no solo ha servido para dar visibilidad y funcionalidad a la lengua catalana, sino que ha inspirado una nueva manera de entender la infraestructura digital: como una herramienta nacida en el seno de las comunidades y puesta a su servicio, al margen de fronteras administrativas y competencias institucionales.
Y los usuarios del .cat no son solo clientes beneficiarios: son parte activa de este modelo comunitario. Y su confianza es la mejor garantía para la diversidad en la red, fundamentada en el rigor técnico y con visión de futuro. Una experiencia que el equipo del dominio .cat, con el apoyo de Accent Obert, hace ahora extensible a otras lenguas y culturas de todo el mundo.